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Cuando Cristo vivía en este mundo, con gran clamor y lágrimas ofreció ruegos y súplicas al que lo podía librar de la muerte,(A) y fue escuchado por su temor reverente. Aunque era Hijo, aprendió a obedecer mediante el sufrimiento; y una vez que alcanzó la perfección, llegó a ser el autor de la salvación eterna para todos los que le obedecen,

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